lunes, 28 de octubre de 2013

Oscuridad

Un pequeño rayo de luz penetró por entre la cortina posándose justo enfrente de mis pies. Eso fue lo que me hizo despertar pues la oscuridad invadía el lugar y aquel pequeño rayo de luz había roto con aquel escenario que muy cuidadosamente me empeñe en crear. Pero debía agradecer que aquella luz se posara en cualquier lugar excepto en mi blanquecina piel o en mis ahora opacos ojos ¿Cuántos días habían pasado? No más de dos, me di cuenta por mí deteriorado aspecto y por la escena en la que me encontraba. Destrucción.

¡Dos días! Sin duda no son muchos, tampoco son una eternidad ni algo demasiado alejado a lo que quisiera estar. La realidad es otra, porque a pesar de que han pasado dos agotadores días aún se siente como si hubiera sido ayer. Como si ayer hubiera sido el día en el que me dijeron que te habías ido para nunca más volver. Como si a pesar del dolor mi mente se hubiera detenido en ese día, en ese tiempo y en  esos sentimientos. Aún puedo verme gritando de dolor, desgarrándome la garganta de la manera más cruel. Aún logro verme llorando mientras con los puños golpeo aquel viejo espejo que me hace ver tan débil, justo como no debo de ser. Aún veo los pequeños y grandes trozos de aquel espejo lacerando mi piel al romperse. Aún siento la ira, la frustración, el dolor y la sangre que corre por mis dedos dejando un camino de color rojo por toda la habitación y aún logro ver con toda nitidez aquella destrucción que continuó por horas hasta que caí de rodillas pidiendo por ti.

Pero esos son recuerdos, recuerdos que aunque sienta nítidos ya no están ahí. Ya no escucho gritos de dolor por que mi garganta ya no puede darlos. Ya no hay sangre brotando de mis manos por que esta se ha secado, aunque el dolor sigue ahí. Es lo único verdadero, lo único nítido y “tangible” que me quedo. Las lágrimas hace tiempo que cesaron, aunque casi puedo jurar que eran de sangre, pero jamás tendré la certeza de ello. Jamás sabré si fueron lágrimas de sangre las que tiñeron mi rostro de rojo o solo fue una triste ilusión que se proyecto gracias a algunas heridas en este, consecuencia de mi horrible carácter y aquel espejo que destruí.

No lo puedo creer, no lo quiero creer. Aún no puedo aceptar que te hayas ido, que tu nombre forma parte ya de la lista de la muerte. Mi mente aún no lo puede creer, pues piensa que todo esto es una broma cruel. Que en cualquier momento tú llamaras y dirás “Estoy bien. Voy en camino a verte.”, es ingenua y ha dejado de estar cuerda ya y es por eso que me tiene con el celular cerca por si eso llega a pasar. Tampoco mi cuerpo se cree que no estás pues te extraña y pide a gritos por ti, me golpea para que te llame y acudas a mí. Quiere tenerte cerca y abrazarte. Sentir tu calor.

Estoy tan débil y no sé si es a causa del dolor o porque me he quedado inmóvil estos dos días. Siento frío. Mi cuerpo parece una paleta de hielo, parece muerto, todo en mi parece muerto. Es innegable, hasta mis ojos son dos círculos gélidos y opacos que no se han cerrado más. Me quitaron todo. Todo lo que había en mi se lo llevaron. Te arrebataron de mi lado y con eso se llevaron todo de mi, mi alegría, mi razón para vivir, la vida misma, mis sueños, mi esperanza y amor. Solo tras romper mi corazón y destrozar toda mi alma pude encontrar algo que me une a ti. El dolor. Solo el dolor que siento por tu pérdida me acerca a ti, porque ya no queda nada más.

Escucho pasos, ahí vienen. Se han dado cuenta de mi dolor, que es eso lo único que me acerca a ti y no pueden con ello. Vienen a llevárselo, eso que es lo único que tengo y me han dejado. Me lo quitaran, se que así sera. Pero no los dejare, es un hecho que no les permitiré llevarse nada más de mí, no pienso dejar que te arrebaten de mí de nuevo. Están cada vez más cerca y en el estado en el que estoy me es tan difícil pensar y sobre todo actuar. Pero tengo la solución, la tuve cerca de mi poder mucho antes de saber que vendrían, solo que me hacía falta valor para usarla. Tocan la puerta, es hora de actuar, les escucho vociferar “¿Estás bien? Sal de ahí.”, pero no lograran convencerme con sus dulces voces. Se lo que buscan y a lo que vienen, y no lo conseguirán.

Mi cuerpo cae pesadamente, inconsciente mucho antes de siquiera tocar el piso. El ruido ensordecedor seguro que se sigue escuchando en la habitación. Mi mano ya sin vida y sin fuerza deja caer la pesada pistola, que va a dar lejos de mí, pero el torrente de sangre cálida que ha salido de mi cabeza la alcanza y la entibia por algunos segundos. Es cierto, yo tenía razón. He salvado lo único que me quedaba de ti. Lo conseguí…porque aquí en donde estoy…aún siento dolor.



Bathory Ø.   

sábado, 31 de agosto de 2013

Un último...adiós.

Me sumergí en mis pensamientos, en aquellas ideas que se formaban en mi cabeza, en esas pequeñas diferencias que ahora presentabas. Manejaba mi auto pensando en ti y no era algo que me extrañara, simplemente que en esta ocasión te sentía más dentro de mi mente que antes. Hoy tu habitual insistencia de que me quedara  contigo no se presento al escuchar que partiría por un momento, que estaría lejos de ti por unos minutos o tal vez horas. El cansancio estaba presente en todo tu cuerpo, fue algo que pude ver con tanta facilidad y la expresión de tus ojos era distinta ¿Era acaso cansancio, coraje, enojo o tal vez soledad? ¡No! Me parece que era madurez, que era entendimiento. Se que entendías que tenía que salir, que era necesario que yo hiciera esto y ahora mismo sonrió como idiota al recordarlo.

Pasando las calles con tranquilidad, contemplo aquella hermosa ciudad que tanto me fascina. El sonido de mi celular me distrae por un momento, reduzco la velocidad hasta detenerme en un lugar seguro y leer el mensaje que acabo de recibir. La sonrisa en mi rostro se intensifica al descubrir que mis pensamientos te han invocado y leer “Vuelve pronto. Comencé a extrañarte justo antes de que te fueras.”, pensé en contestarte pero creí que lo mejor sería darme prisa y terminar con estos asuntos que me hicieron marchar de tu lado. Manejé con un poco más de velocidad pues ansiaba estar contigo, regresar a tu cálido lado y no dejarte ir nunca. La felicidad me invadió y de ninguna manera la vida me había preparado para lo que venía.

Un sonido ensordecedor me invadió por completo y una terrible oscuridad se poso en mis ojos ¿Dónde estaba? ¿Qué estaba pasando? ¿Cómo había llegado aquí? Había tanta confusión y en medio de aquel siniestro paisaje se escucho un llanto cargado de tanta pena. Eras tú quien lloraba ¿Dónde estabas? No lo sabía y solo pude escucharte llorar y decir con voz entrecortada “¿Por qué?” y enseguida  mi nombre una y otra vez, al principio en voz baja para después decirlo en un grito desesperado de dolor y agonía. Quería decirte que todo estaba bien, que yo estaba aquí pero las palabras se ahogaban en mi boca y el corazón se me rompió en mil pedazos y lloré.

Abrí los ojos reconociendo mi espacio y tiempo, esta era mi realidad, la que yo conocía, una cruel y horrible realidad. Había salido de mi estado de inconsciencia y lo primero que vieron mis ojos fue el caos a mi alrededor. En cuestión de segundos recordé lo que acababa de pasar, el conductor que me impacto a una alta velocidad y yo sin poder hacer nada. Voltee a mi izquierda y pude ver el auto destrozado de aquel sujeto y este inconsciente dentro de el. Vi a detalle los vidrios rotos que se incrustaron en todo mi cuerpo y la sangre dominaba toda la escena ¿De donde salió tanta sangre? Esto no podía ser bueno en ningún aspecto. En ese instante el dolor de mis múltiples heridas se incremento considerablemente. No podía moverme, tenía todo roto y el dolor era insoportable. Pedí ayuda, gritaba de dolor y para que alguien acudiera a ayudarme pero estaba todo desierto, no había nadie ¿Es que nadie me rescataría? Tenía miedo y sentía que ya no podía resistir más.

En un último recurso pose mis esperanzas en ti, grite tu nombre una y otra vez, pese al dolor que sentía, pese a la distancia que nos separaba, pese a que sabía que ya nada se podía hacer. Tú, que siempre me protegías y cuidabas debías acudir a mí. Grite lo más fuerte que pude tu nombre ¿Dónde estabas? Estaba muriendo y tú, a quien yo consideraba mi héroe no vendrías a rescatarme de los fríos brazos de la muerte que comenzaban a atraerme. Pero que yo te considerara de ese modo no significaba que en verdad tuvieras superpoderes o que fueras un héroe ¿Cierto?

Grité de agonía, de dolor, de miedo y desesperación. Grité hasta que mi garganta se desgarro por completo y el dolor no ceso, al contrario se incremento con cada latido de mi corazón. Lloré y la sangre se acumulo en mi boca derramándose por la comisura de mis labios, pero aún así, no deje de gritar por ti, de llamarte ¿Dónde estabas para tomar mi mano y llevarte mi temor?

Estaba muriendo y no volvería a verte, aquel “Vuelve pronto” que escribiste para mí no podría cumplirlo. Te imagine con el corazón destrozado ¿Te desgarrarías el alma llorando hasta que tus lágrimas se acabaran o hasta que lloraras lágrimas de sangre? Tome aquel collar que me habías dado, ahora cubierto de sangre y recordé la promesa que te hice cuando me lo diste “Siempre estaré junto a ti. Moriré con esto.”, lloré y grité aún más fuerte tu nombre ¿Podrías llegar a perdonarme? ¿Me odiarías? Lo correcto fue dedicarte mi vida entera y la más hermosa respuesta a eso fue que tú me dedicaras la tuya, pero la vida hoy me obliga a dejarte ir ¿Serias capaz tu de dejarme ir a mi o te aferrarías fervientemente a algo que no puede ser? ¿Por qué podía causarte dolor y no consolarte? Quería decirte “Deja que me vaya, no llores por mí.” Pero no era posible.

Aun tengo miedo y solo quiero abrazarte. Mi vista se comienza a nublar, siento un frío estremecedor recorriendo todo mi cuerpo, no paró de llorar,  parece que ha llegado el final. Mis gritos comienzan a ahogarse en mi garganta destrozada, ya no puedo oírlos más, ni los verdaderos ni los que se escuchaban en mi mente, “Te amo” quiero decirte, pero ya no puedo, así que solo lo pienso esperando lo sepas sin siquiera mencionarlo, pues es solo a ti a quien le dedico…un último aliento, un último suspiro, un último pensamiento, una última lágrima de dolor y un último latido…de mi roto corazón…



Bathory Ø.

viernes, 28 de junio de 2013

Despertar

Este escrito esta basado en una pequeña parte del libro "Pandora" de Anne Rice, si no lo han leído no van a entenderle como se debe, aun asi les recomiendo ampliamente el libro y en realidad todos los libros de esta fabulosa escritora. 

Hace mucho tiempo me sumí en un eterno sueño, dejando atrás el maravilloso mundo del cual era soberana y aquella locura que comenzaba a invadir mi poderosa mente gracias al pasar de los siglos que cambiaban el mundo poco a poco. Había vivido por milenios y cuando eso pasa uno tiene que refugiarse en un descanso momentáneo para evitar enloquecer. Confié mi existencia y la de Enkil en un sacerdote que habíamos convertido antes de sumirnos en ese necesario descanso. Cuando la locura lo alcanzo nos expuso al poderoso sol de Egipto, pero gracias a nuestro abrazador poder, los rayos solo tostaron nuestra blanquecina piel. Guie a un neófito vampiro hacia nosotros pues lo habían mandado a rescatarnos,  nos salvo de aquel tormento y acabo con el traidor. Se había vuelto en nuestro nuevo guardián. Su nombre, Marius el romano.

Aquel neófito cuido de nosotros, nos custodio como nunca nadie lo había hecho, le permití beber de mi poderosa sangre para que fuera más fuerte que nadie y pudiera protegernos, pero al hacerlo su vida me fue revelada en el torrente de sangre que le brinde y parte de la mía también. Con asombro descubrí que en su vida mortal se enamoro de una pequeña niña, esta era interesante y aunque le cautivo solo tuvo unos cuantos encuentros para mirarle, para conversar con ella. Cuando le dieron el don oscuro y después de rescatarnos, volvió a encontrarse con ella, pero ya no era la pequeña niña de antes, ahora era una hermosa mujer, imponente, fuerte  y decidida. Estaba enamorado de ella. Yo podía verle a través de sus ojos, podía mirar su imagen en su mente cuando le permitía morder mi cuello y beber mi sangre. También me había cautivado.

Marius era un buen guardián, acudía a mí para cantarme, rezarme, contarme de su amor, con la esperanza de que yo despertara de mi letargo y me moviera libremente como él, pero las heridas internas por la exposición al sol me habían llevado a un grado de debilidad del que no podía salir tan fácilmente. La soledad comenzó a cautivar a Marius conforme pasaban los años, amaba a aquella mujer, quería tenerla a su lado pero no quería darle el don oscuro y condenarla a una existencia interminable. Pude leer su mente y con horror descubrí que planeaba hacer lo mismo que el sacerdote, exponernos al sol y fundirse con nosotros hasta perecer. No podía permitirlo, debía hacer algo, detenerlo inmediatamente. La solución era clara.

Con mi asombroso poder mental atraje a aquella mujer a Marius, me cole entre sus sueños y la seduje, la seduje con mi encanto, con mi sonrisa astuta que le causaba terror, con una de mis tantas identidades que tengo. Ella me llamaba por mi antiguo nombre, Isis. Aquella mujer era mi salvación. La seduje todo el camino hasta conducirla al lugar donde estábamos y la arroje a los fuertes y protectores brazos de Marius. Jugué mis cartas y todo salió como esperaba, Marius se había resistido a darle el don oscuro pero tras el ataque de un bellaco a su amada, acepto. Ahora, aquella hermosa criatura era una más de la especie. Me tenia cautivada, era la  inmortal  mas asombrosa que había visto. En aquella cámara donde nos ocultaba Marius, inmóvil en mi trono y  sin palabras, con el infinito poder mental que poseo la atraje hasta mí, le permití lamer y morder mi cuello. Era inexperta, había sido creada apenas unos instantes atrás, Marius estaba temeroso de que pudiera aplastarla con mis poderosos brazos, pero solo quería sentir sus labios en mi cuello, su tierno beso al no animarse a morder. Cuando sus pequeños colmillos lograron penetrar mi piel, sabía que mi relación con ella iría más allá que cualquiera. Succionaba tan veloz, tan fervientemente que me enloqueció y no pude reprimir mis ansias por mostrarle imágenes, un campo, flores, el sonido de mi voz al decirle “Eres mía”, le mostré lo que ella deseaba ver y se formo un vinculo, algo que nadie podía romper y que no dejaría que nadie rompiera.

Los años pasaron y ellos se profesaban un inmenso amor, durante algunos siglos ella permaneció al lado de Marius, bajando a la cripta a rezarme, a fortalecer el vínculo que teníamos. Yo la dejaba peinarme, vestirme, ponerme mis preciadas joyas y beber de mi sangre. Pero ella era aventurera, era un alma alegre e intrépida. Poco a poco las diferencias con Marius comenzaron a alejarla, ella quería renovar mi imperio, que el mundo supiera de su amada Isis pero Marius se negó siempre. A veces tenían peleas y discusiones tan fuertes que ella decidía marcharse de casa por algunas noches y regresar con un amor mucho más profundo por Marius. Una noche cuando ella salió de casa Marius se marcho junto con nosotros. Los siglos pasaron y aquella intrépida mujer me había sido arrebatada, sabia de ella, podía verle vagar por el mundo a través de la mente de cada vampiro que lograba verla, esa imagen se posaba directamente en mi cabeza. Era hermosa, siempre lo fue y tras el abandono de Marius se había vuelto más fuerte.

La seguí por todo el mundo, su forma de cazar, de matar, de vivir, de seducir, me cautivaba cada vez más. La conocían como  “La dama griega de la muerte”,  era una leyenda, una criatura de la noche de lo más fascinante y Marius se había atrevido a dejarla atrás. Era un tonto. Es un tonto.

Hoy despierto gracias a la hermosa música de Lestat, mi poder se ha incrementado y he matado al inmóvil rey Enkil. No es necesario que el este, no era preciso que el despertara y tampoco es imprescindible para mi plan. Solo quiero verla, cautivarme una vez más. ¡Oh mi pequeña Lydia! Mi hermosa y poderosa Pandora, ven a mí. Hagamos realidad ese mundo con el que una vez soñaste. Traigamos de vuelta mi imperio, el imperio de Isis, de Akasha. Tenemos pendiente un encuentro, una vida juntas y quiero que permanezcas a mi lado por siempre…


Bathory Ø.

jueves, 9 de mayo de 2013

El libro


Jamás pensé que lo nuestro pasaría a formar parte de las historias más hermosas y asombrosas de todas. Creí que como todas las veces tu serias una simple persona más que conocía y pasaba de largo por mi vida. He pasado tanto tiempo tratando de descifrarte, de colarme en tu interior y averiguar que te hace tan especial y que tienes exactamente que me provocas sensaciones, recuerdos y momentos que jamás llegue a pensar tendría con alguien.

Parece ser que no has descubierto que me gusta mirarte, que escribo mejor cuando estoy contigo, como lo hago ahora. Me gusta sentarme ante tu escritorio y pensar que es mío, que es aquí donde una gran historia comenzara. Dejarme llevar por la fragancia que desprende tu habitación, símbolo de que estas aquí y mirarte, mirarte detenidamente cuando estas prestando atención a algo más que a mí. Hoy tienes un semblante encantador, más que otros días y mucho más atrayente ¿Sera por la pose que tienes, tan relajada y sutil, tan casual e increíble, o sera por la desatención que me has prestado hoy, cuando normalmente estas encima de mi abrazándome y relatándome historias al oído mientras escribo, con el objetivo de hacerme perder el hilo y te atienda a ti con tiernas muestras de cariño? No tengo idea porque sera pero hoy te encuentro un encanto singular ¿Es acaso la dicha de sentirte cerca, la felicidad que ha inundado mi ser o los latidos de mi corazón que solo palpitan con tu voz?

Verte sobre la cama con una total y completa concentración leyendo ese libro, aquel que no sé cómo se llama ni de que se trata, me tiene en un hechizo. Tal vez sea porque hasta hoy no te había visto leer cuando estabas conmigo ¿Sera el brillo que tienes en el rostro o esa aura tranquila que te rodea lo que no me permite apartar la vista de ti? Ahora, aquella historia que escribía se ha quedado sin un final, pues no pienso continuar, me he quedado sin palabras para escribirla. Mi mente solo piensa en ti y mi pulso comienza a acelerarse. Debe significar algo, aún no lo sé pero la sensación es satisfactoria.

Quédate así, por favor, quédate así en mi mente, en mi corazón y mi alma. Déjame admirarte una y otra vez y quédate conmigo. La imaginación vuela y he de reconocer que te imagino relatándome la historia de aquel libro, leyéndome con voz suave y tierna que acariciará todos mis sentidos. Mi cabeza estará en tus piernas y tu mano se deslizará por entre mi cabello como si trataras de llegar a mi corazón desde ahí y en mi pensamiento te diré “Ya has llegado a él. Con tu voz, con tu tacto, con tu aroma, con tu sencillez…con tu amor.” Y no podre soportar estar cerca de ti sin demostrarte cuanto me haces feliz, así que besare tu pierna de una manera tierna y dormiré antes de que te des cuenta y que termines la historia para tener un buen pretexto de que se vuelva a repetir esto mañana.

Tu risa me hace salir de mis cavilaciones y pensamientos. Y es que te encuentras mirándome por encima de tu libro, te percatas de mi distracción, de que he viajado a un mundo ajeno a este, a uno lleno de fantasías y delirios que me han hecho sonreír y lo has descubierto. Que en ese mundo al que viajo como en este, siempre estas tú. Me miras fijamente y mi alma quiere ir hasta ti. Pronuncias un suave “Ven aquí” y como si fuera un premio por el cual he esperado tanto, camino con emoción hacia la cama, me recuesto en tus piernas y miro tu perfecto rostro desde aquel ángulo. Te agachas y susurras en mi oído “Quiero leerte nuestro amor en miles de formas” y sonríes, pero antes de que regreses a tu posición original tomo tu rostro y te digo “Después de eso, lee en mi corazón el TE AMO que te grita en cada palpitar” y beso tu frente antes de caer en un mundo irreal, al que solemos llamar…tú y yo.

Bathory Ø.

lunes, 8 de abril de 2013

Recordar


La habitación era un tanto oscura, pero no importaba, para lo que estaba pasando dentro de ella no hacía falta que hubiera tanta iluminación. Era un hecho que agradeceríamos la poca luz que proporcionaba el tenue brillo de la luna y de dos pequeñas velas colocadas en la mesa, que no recuerdo haber encendido.

Tú te encontrabas en un extremo de aquella habitación, con la preocupación inyectada en los ojos y un miedo que te paralizaba el cuerpo entero. Yo, al otro extremo de esta, en el suelo con el hombro izquierdo recargado sobre la pared blanca que aquella habitación tenía el placer de contar.

La escena había sido atroz, tanto que llegué a olvidarla nadamás con tocar el suelo. Lleve mi mano derecha a mi pecho, a la altura del corazón en un vano intento por detener la sangre que manaba a borbotones de aquella herida grande y lo bastante profunda para que doliera a un grado tal que no soy capaz de describir. Mis ojos dolían y estaban inyectados de sangre. Respiraba trabajosamente y con cada exhalación sentía que se me iba la vida. El sudor se combino con mi sangre y dolía por cada poro por el que transpiraba. Luchaba por mantenerme consciente pues la debilidad me agobio y por momentos luchaba con tratar de escupir la sangre que se acumulaba en mi boca provocándome una extraña sensación de placer al probar mi propia sangre, pero que impedía el paso del aire a mis pulmones haciendo la labor de respirar casi imposible y dolorosa.

La noche nos amparaba, pero eso no te importaba, seguías en tus pensamientos y cavilaciones sin saber que hacer o que decir. Si acercarte a mi o mantener el margen que se había impuesto, y odiabas esa situación. Llorabas en silencio. Lo sé por que cuando alce la mirada para comprobar que seguías en la habitación lo percibí. Cuando la sangre formo un pequeño charco junto a mí y en el que yo aseguraba morir, por fin tomaste el valor y te acercaste. Detuviste tus pasos junto a mí y me miraste con tanta compasión y suplica que me odie por ello.

-No te preocupes…estoy bien-Te dije con dificultad y después de soportar una horrible punzada en el pecho producto de una herida que se negaba a permitirme continuar.

-¿De qué hablas? ¡Estas sangrando! ¿Cómo puedes decirme que no me preocupe?-Dijiste casi gritando y con las lagrimas rodando de tus ojos.

-Relájate, no voy a morir…confía en mí-Dije con una sonrisa que no pude mantener por qué de la comisura de mis labios broto un poco de sangre y tuve que escupirla, agregando otra mancha roja en aquel piso color marrón.

Comencé a sentir que me desvanecía. Poco a poco perdía la conciencia, mis ojos se sentían pesados y respirar se volvió aun más doloroso que pensé en dejarlo de hacer para que doliera menos. Alce mi vista hacia ti y vi tu miedo y tristeza posarse en tu mirada. Tus ojos se veían tan tristes que por un momento olvide el dolor de mi herida y me enfoque en la herida que yo te haría tras marcharme. Mi visión cada vez se fue apagando. Escuchaba tu voz llamándome, tus gritos desesperados pero no podía verte. Todo se torno negro y por inercia cerré los ojos.

-¡Hey, despierta!-Dijo mi hermano moviéndome un poco. –Se te hará tarde ¿Oíste?-Dijo para después salir de mi cuarto.

Abrí los ojos por completo y comprobé con asombro que me encontraba en mi habitación. Me levante con un poco de molestia, lo cual era lógico, mi hermano me había despertado de uno de los mejores sueños de mi vida y yo, por inercia sentía fastidio por la abrupta interrupción “Solo un sueño” pensé y sonreí al recordar con tanta facilidad cada detalle de él. Sentí la sangre en mi boca y su sabor me invadió por completo. Una pequeña punzada se poso en mi pecho y me lleve la mano a él para tranquilizar el dolor, pero al hacerlo me di cuenta que tenía una cicatriz en el lugar donde tenía la herida en mi sueño. Por un momento estuve en shock pero después la alegría llego a mí.

-Creo que después de todo no fue un sueño-Dije a nadie en particular y sonreí. –O tal vez fue un sueño bastante real.-Pero aquellas afirmaciones poco importaban pues ahora contaba con una hermosa marca que para mi…solo representaba…felicidad…

Bathory Ø.

viernes, 8 de marzo de 2013

Azrael


La ciudad se ve diferente desde las alturas, el bullicio del tráfico, las luces de la ciudad y el ruido de la gente no golpean fuertemente mis sentidos. Veo todo desde lo alto de un edificio, como lo vengo haciendo desde hace mucho, con la luna como guardián, tratando de que el vacío que siento sea menos. Vigilando y protegiendo esa ciudad que nada sabe de mí, pensando en todas las vidas inocentes que he salvado pero sin ninguna recompensa y cada día los recuerdos me invaden más. Cada día las imágenes y la desesperación de aquellos mortales a los que les arrebato la vida me invaden la mente y el vacío en mi alma se incrementa.

Hoy el cielo está despejado, las estrellas y la luna se ven tan claras y brillantes. Es una lástima que a mí eso no me importe ni un poco. Busco a la distancia una presa fácil, en aquel parque donde los villanos se sienten protegidos y a salvo. Observo y no pasa mucho tiempo para que mi espera sea recompensada con aquel mortal. Camina despreocupado, con precaución y sigilo. Desplegó mis alas para lanzarme al ataque pero me detengo al instante al notar la presencia de alguien más “¡Demonios!” pienso y me quedo esperando a que el sujeto se encuentre de nuevo solo. Me quedo mirando a la distancia y la sorpresa me invade cuando descubro que es una mujer quien impidió mi ataque. Se acerca a él, seduciéndole con gracia y el cae rendido a sus pies. Comienza a besar su cuello incitándolo a un juego que sin duda a ella le gusta jugar y no es hasta que ella lame su yugular que  descubro que algo no marcha bien. Me doy cuenta tan tarde que ella está cubierta por un manto espectral. No hay ni una pizca de bondad en su corazón, si es que lo tiene.

En cuestión de segundos ella clava sus colmillos sobre el cuello del villano y la sangre emana a borbotones. En ese instante me desoriento y siento envidia. Le envidio a el por qué ella está probando su sangre, succiona su cuello y este le revela su vida, todos y cada uno de los detalles. Cierro los ojos y una imagen se posa en mi mente, es donde estoy en el lugar de aquel desdichado y ella succiona mi propia sangre, siento como toda mi vida sucumbe ante su poder y como baila al compás de mi corazón. Ella se aleja en el momento justo lamiendo las heridas de mi cuello y mis ojos se posan en sus labios, que se ven tan rojos y suculentos, quiero probarlos y perderme en ellos. Me encuentro en una especie de hechizo del cual no puedo ni quiero salir. Entonces muerde su lengua y la sangre se le resbala por la comisura de los labios. Estoy tan sediento y ruego porque me dé un poco, de la manera que sea, la que más le apetezca. Se acerca con sigilo, mirándome a los ojos. Sus ojos son plateados y brillan tanto o un poco más que la misma luna. Mis labios encuentran los suyos y puedo beber su sangre. El torrente me marea y las imágenes de su vida se abren paso entre mi mente. Succiono su lengua y profundizo el beso, no quiero que acabe nunca, quiero retenerla junto a mí y siento que nos fusionamos con aquella batalla que sostienen nuestras lenguas. Cuando abro los ojos ella ya no está en aquel lugar, el cadáver del pobre incauto quedo postrado en el pavimento y yo tengo un leve mareo por el acumulamiento de todas aquellas sensaciones. Desorientado trato de fijar mi vista y regresar a mi realidad, aun debo buscarla, algo me incita a saber de su paradero.

-¿No te enseñaron que espiar es de mala educación?-Dice una voz tras de mí. Volteo y la miro ahí, frente a mí ¿Cómo fue que llego hasta donde yo estaba sin darme cuenta? –No me gusta que me vean cuando me alimento.-Dice y en sus ojos puedo ver un poco de furia.

-¿Quién eres tú?-Digo a la defensiva.-Yo soy…-

-Sé quién eres y lo que eres.-Dice sonriendo y acercándose un poco a mi.-Eres Azrael, el ángel de la muerte ¿cierto?-

-Si, pero aun no me respondes ¿Quién eres tú? Por lo que pude ver…-

-¿Lo que pudiste ver? No me hagas reír-Dice sonriendo después de reírse un poco. -Dirás, lo que te permití ver ¿No creerás que tienes ese poder para penetrar en mi mente o sí? Te permití ver lo que yo quería que vieras, una ilusión o predicción, llámala como quieras pequeño ángel de la muerte.- Dice en un tono un poco meloso que llego a incomodarme.

-Bien ¿Me dirás quien eres y lo que quieres o tendré que sacarte la información a la fuerza?-Digo molesto.

-¡Tranquilízate! Vengo a hacerte una oferta. Soy caprichosa y no me cuesta nada reconocerlo.-Lo dijo de forma seria.-Y te quiero a ti. Sé que matas en nombre de Dios, aquel que te desterró y condeno a no volver al cielo, pero soy celosa al saber que uno de mis subordinados mata en nombre de otra persona que no sea el mío. Mata en mi nombre. Hazlo y nada sera igual, quédate conmigo y te enseñare el verdadero significado de eternidad, te mostrare el mundo de la forma en la que jamás lo veras si te quedas con él. Ya no tendrás ese vacío que tan angustiado te tiene.- Dijo convencida y desde el momento en que la vi me convenció, desee estar a su lado y protegerla bajo el manto de mis oscuras alas, estaba maravillado ante aquella inmortal.-Derrama sangre por mi y te enseñare a trascender. Porque yo soy la reina de los condenados.- Lo dijo mirándome fijamente a los ojos, sus ojos eran dos luceros que en mi mente solo pude ver como mi salvación, aquel gris que le dominaba me incitaba a seguirle por siempre, a traicionar todo en lo que creía y volar a su lado para nunca alejarme de él.

-¡Mi reina!- Dije y me arrodille ante ella. Ella sonrió con malicia, pues logro arrancarme de aquel Dios que creí era mi Dios, por que consiguió todo aquello que esperaba obtener, aquel ángel condenado ahora estaba bajo sus órdenes y le seria fiel. Acataría cualquier orden que me diera y mataría por que posara sus labios sobre mí como en aquella ilusión.

-Llámame Akasha.- Dijo y se acerco al borde del edificio. –Prepárate Azrael por que hoy…tu existencia cambiara.- Y nos perdimos en la oscuridad.

Bathory Ø.

jueves, 24 de enero de 2013

Pensamientos


Me encuentro viéndote como lo hago diariamente desde que descubrí que podía hacerlo sin que te dieras cuenta. Hace ya un tiempo que lo vengo haciendo. He podido contemplar todos y cada uno de tus estados de ánimo que tanto me fascinan desde el primer momento en que bajaste la guardia y los pude ver. Hoy noto tu caminar  despreocupado y firme que te ayuda  a mantener los pies sobre la tierra y nadie te haga caer. He visto aquella sonrisa burlona en tu rostro que te caracteriza y que mantienes para que nadie sepa tus secretos y penas. He notado que llevas mas accesorios de los que anteriormente tenias, anillos, cadenas, pulseras, etc.; no sé si deba alegrarme o no ya que todos estos te dan la imagen de una persona sumamente dura. Con fascinación he contemplado  aquella mirada triste que esconden tus ojos grises, pero que a mí se me facilita descubrir como  todos y cada uno de los sentimientos que esconden por que se que jamás me han de mentir. Y vi con dolor aquel cruel manto frio cubriendo todos los pedazos que quedaron al destrozarte el corazón y llore, llore al comprobar el enorme vacío y dolor que portas como una enorme cruz sobre tus hombros.

Sé que quieres desplegar tus enormes y oscuras alas y volar hacia mí, acortando y desapareciendo toda distancia que hoy en día existe, haciendo imposible el encuentro deseado. Sé que quieres mirarme a los ojos y con miedo en tu voz y mente preguntar “¿Por qué?”. Sé que tomaras mi corazón sin oprimirlo solo para que no nos vuelvan a separar y no sentir temor al escuchar la respuesta a tu pregunta. Te perderás en mis ojos y sentirás paz. Soy consciente de tus deseos y anhelos pero aun no debes venir a mí, no es el momento y yo no puedo ir hacia ti. No me lo permiten.

Quiero que vivas, no que sobrevivas. Quiero que vengas a mí con alegría a contarme tu magnifica historia de vida y que hagas que mis lagrimas broten admirando tu valor y dulzura. Quiero que vengas a mí como una persona feliz porque así lograras que yo lo sea por ti. Te abrazare con ansias y con toda la fuerza que tengo. Seré yo quien se derrumbe en tus brazos porque soy yo quien te ha necesitado desde siempre. Quiero besar tu frente y decirte “Todo está bien”. Te haré saber todo el dolor que sentí tras irme y solo poder contemplarte a la distancia. Extraño tu cálido abrazo y la forma en que se iluminaban tus ojos al verme. Quiero estar junto a ti y no volver a soltar tu mano pues es la que me da fuerza y me ayuda a continuar.

Voy a cuidarte y darle fortaleza a tu corazón. No dejare que caigas y te ayudare a levantarte. Te diré en silencio “Te amo” y velare tus sueños, tus deseos, tus anhelos y tus triunfos, por que se que tu jamás has dejado de hacer exactamente lo mismo por mí. Hoy te veo con el semblante más triste que jamás te vi y solo puedo enviarte una brisa cálida que acaricie tu alma y te haga saber…que soy yo.

Pensamientos de un ángel encerrado en una prisión de nubes, que solo puede guiar con su amor a aquella persona de quien le separaron y a la que no le dejan volar a su lado y sanar su triste corazón.

Bathory Ø.